Extorsiones, un cáncer más
En una de mis rutinas tomé una camioneta de la ruta “Peronia”, pues comúnmente viajo en buses extraurbanos en la ciudad de Guatemala. Cuando me subí a la camioneta noté una cabina grande y blindada, en donde estaba metido el chofer manejando. No fue la única camioneta en que noté tal hecho curioso. Mi primer pensamiento fue: “Las extorsiones podrán amenazar y atentar con la vida de muchos trabajadores, pero el trabajo es una necesidad que no cesará por una lluvia de plomo; y la creatividad para repelerlo habitará sin importar el riesgo”.
Guatemala tiene un delito que ha crecido como cáncer en los últimos años. Un cáncer que no solo afecta la economía del guatemalteco promedio, sino que peligra en ser acribillado por no pagar “la cuota”. Según la Policía Nacional Civil, PNC, desde el 2008 al 2014, se presentaron más de 35mil denuncias por extorsiones en todo el país. De los años mencionados, 2014 reportó un aumento en un 28% en relación con el año anterior. De las 35mil denuncias presentadas, PNC informa que solo se hicieron alrededor de 3mil capturas, lo que equivale a un 9.7% en comparación con las 35mil denuncias.
Pero el problema no es uno, es la llave que abre muchos más. Es decir, un laborista extorsionado tiene dos opciones. Paga “la cuota” cada mes, reduciendo sus posibilidades para seguir manteniendo a su familia, adquiriendo deudas y obstáculos para cubrir las necesidades de cada mes; o simplemente se niega a pagarla y un día normal es acribillado sin pensarlo. El problema no queda ahí, pues ha dejado una viuda y unos hijos sin papá. La madre ahora tendrá que esforzarse el doble para mantener a sus hijos, y talvez su hijo(a) mayor tendrá que salir de la escuela para trabajar y aportar a cubrir los gastos del hogar.
Tomando el área de los buses extraurbanos, según un artículo por Andrea Orozco en PrensaLibre del 29 de enero del presente año, escribe que el Ministerio de Desarrollo Social debería estar a cargo de apoyar con Q500 al mes, durante dos años, a hijos de pilotos asesinados por extorsiones. Al verificar tal supuesto, dicha entidad solo informó que en el año 2016 se dieron pláticas con viudas y que en el presente año darían becas a nivel medio a hijos de pilotos asesinados por extorsiones.
Finalmente la extorsión es una enfermedad social que tiene muchas raíces y difusas soluciones, pero anteriormente dije que este delito era como un cáncer, y tal vez lo sea, ya que prolonga lentamente la inseguridad en las familias de muchos guatemaltecos hasta destruirlas por completo. Sin embargo, este delito social puede curarse, pero tomará de mucha responsabilidad, no solo de las entidades gubernamentales encargadas de la seguridad, sino también de la sociedad civil. Se entenderá que la situación económica de Guatemala no da a basto para brindar tantos empleos como se pueda, pero no es la razón para incursionarse en el mundo de las extorsiones por necesidad económica.
Guatemala tiene un delito que ha crecido como cáncer en los últimos años. Un cáncer que no solo afecta la economía del guatemalteco promedio, sino que peligra en ser acribillado por no pagar “la cuota”. Según la Policía Nacional Civil, PNC, desde el 2008 al 2014, se presentaron más de 35mil denuncias por extorsiones en todo el país. De los años mencionados, 2014 reportó un aumento en un 28% en relación con el año anterior. De las 35mil denuncias presentadas, PNC informa que solo se hicieron alrededor de 3mil capturas, lo que equivale a un 9.7% en comparación con las 35mil denuncias.
Pero el problema no es uno, es la llave que abre muchos más. Es decir, un laborista extorsionado tiene dos opciones. Paga “la cuota” cada mes, reduciendo sus posibilidades para seguir manteniendo a su familia, adquiriendo deudas y obstáculos para cubrir las necesidades de cada mes; o simplemente se niega a pagarla y un día normal es acribillado sin pensarlo. El problema no queda ahí, pues ha dejado una viuda y unos hijos sin papá. La madre ahora tendrá que esforzarse el doble para mantener a sus hijos, y talvez su hijo(a) mayor tendrá que salir de la escuela para trabajar y aportar a cubrir los gastos del hogar.
Tomando el área de los buses extraurbanos, según un artículo por Andrea Orozco en PrensaLibre del 29 de enero del presente año, escribe que el Ministerio de Desarrollo Social debería estar a cargo de apoyar con Q500 al mes, durante dos años, a hijos de pilotos asesinados por extorsiones. Al verificar tal supuesto, dicha entidad solo informó que en el año 2016 se dieron pláticas con viudas y que en el presente año darían becas a nivel medio a hijos de pilotos asesinados por extorsiones.
Finalmente la extorsión es una enfermedad social que tiene muchas raíces y difusas soluciones, pero anteriormente dije que este delito era como un cáncer, y tal vez lo sea, ya que prolonga lentamente la inseguridad en las familias de muchos guatemaltecos hasta destruirlas por completo. Sin embargo, este delito social puede curarse, pero tomará de mucha responsabilidad, no solo de las entidades gubernamentales encargadas de la seguridad, sino también de la sociedad civil. Se entenderá que la situación económica de Guatemala no da a basto para brindar tantos empleos como se pueda, pero no es la razón para incursionarse en el mundo de las extorsiones por necesidad económica.