20 de octubre, 1944: ¿Revolución o reforma?
“Quien controla el pasado controla el futuro. Quien controla el presente controla el pasado”
-George Orwell (1984)
-George Orwell (1984)
A eso del mediodía del 19 de octubre de 1944, cinco oficiales del ejército de Guatemala se reunieron en secreto (dentro de un camión de las fuerzas armadas del país) con el fin de planificar las acciones que se llevarían a cabo esa misma noche. La misión no era fácil. Se buscaba, al acabar el alzamiento, capturar el Palacio Nacional y los tres puestos militares más importantes de la ciudad capital en esa época: 1) la Guardia de Honor, 2) el cuartel de Matamoros y 3) el fuerte de San José.
Después del toque de queda, a las nueve de la noche en punto, el plan inició. El Capitán Escobar Calderón ejecutó la tarea más difícil de la noche, tomar control de la Guardia de Honor (base militar que contaba con el mejor y mayor número de armamento del ejército). Las cosas se complicaron cuando el General Corado (jefe de la base militar), al darse cuenta de las intenciones de sus oficiales, sale de sus aposentos disparando e hiriendo a Escobar Calderón. El resto de los oficiales del levantamiento devuelven el fuego matando al General y acabando con cualquier posibilidad de dar marcha atrás al plan.
Francisco Javier Arana inicia el desplazamiento. Los tanques fueron arrancados, las tropas movilizadas. Era entre las 12 y una de la madrugada del 20 de octubre cuando la paz de la noche fue interrumpida por el inicio de la batalla enfrente del Palacio Nacional y los otros fuertes militares aún faltantes por tomar. Aproximadamente a eso de las dos de la mañana, Jorge Toriello y Jacobo Árbenz arribaron a la Guardia de Honor. Junto a Arana, los tres iniciaron a cranear que pasaría después de que la lucha acabará, formando así un improvisado triunvirato.
Después del toque de queda, a las nueve de la noche en punto, el plan inició. El Capitán Escobar Calderón ejecutó la tarea más difícil de la noche, tomar control de la Guardia de Honor (base militar que contaba con el mejor y mayor número de armamento del ejército). Las cosas se complicaron cuando el General Corado (jefe de la base militar), al darse cuenta de las intenciones de sus oficiales, sale de sus aposentos disparando e hiriendo a Escobar Calderón. El resto de los oficiales del levantamiento devuelven el fuego matando al General y acabando con cualquier posibilidad de dar marcha atrás al plan.
Francisco Javier Arana inicia el desplazamiento. Los tanques fueron arrancados, las tropas movilizadas. Era entre las 12 y una de la madrugada del 20 de octubre cuando la paz de la noche fue interrumpida por el inicio de la batalla enfrente del Palacio Nacional y los otros fuertes militares aún faltantes por tomar. Aproximadamente a eso de las dos de la mañana, Jorge Toriello y Jacobo Árbenz arribaron a la Guardia de Honor. Junto a Arana, los tres iniciaron a cranear que pasaría después de que la lucha acabará, formando así un improvisado triunvirato.
La lucha continuó durante toda la madrugada y mañana del 20. Hubo varios intentos por parte del gobierno de Federico Ponce Vaides de mantener el control y solicitar ayuda al gobierno de Honduras pero nada resultó a su favor. Desde las oficinas de la embajada Estadounidense Toriello y Árbenz negociaron con el General Ponce que, después de negarse a entregar el gobierno por repetidas ocasiones, se rinde al enterarse de la muerte de su hijo en la lucha de Matamoros.
El resto es historia. El triunvirato convoca a elecciones democráticas. Arévalo es electo y Árbenz toma la presidencia después de él. 1944 a 1954. Los gloriosos diez años de la revolución Guatemalteca. Pero, ¿qué tan revolucionarios fueron los eventos de hace 73 años? ¿Hubo algún cambio trascendental dentro de la administración gubernamental del país? O ¿regresamos al modelo de política preexistente a Jorge Ubico?
El resto es historia. El triunvirato convoca a elecciones democráticas. Arévalo es electo y Árbenz toma la presidencia después de él. 1944 a 1954. Los gloriosos diez años de la revolución Guatemalteca. Pero, ¿qué tan revolucionarios fueron los eventos de hace 73 años? ¿Hubo algún cambio trascendental dentro de la administración gubernamental del país? O ¿regresamos al modelo de política preexistente a Jorge Ubico?
El historiador mexicano Abelardo Villegas hace énfasis en que una revolución es un acto de imposición. Es decir, un evento en el que el resultado es el fín de un antiguo régimen y el establecimiento de uno nuevo. En teoría, en 1944 Guatemala dejó atrás un régimen dictatorial militar para entrar a una era de gobierno democrático y ciudadano. Ahora, el problema con esta afirmación se puede dividir en dos: 1) en Guatemala no hubo ningún cambio político-administrativo a un sistema nuevo, sino más bien hubo retorno al modelo patrimonial clientelista de antes y 2) Ni Federico Ponce (que solo estuvo en el poder durante un poco más de un mes) ni Jorge Ubico ejercieron una dictadura unipersonal sino más bien una dictadura republicana. Es decir, ya existían previamente elementos republicanos y administración pública ciudadana durante sus gobiernos.
El mito de la dictadura de Ubico y Ponce que llevó a la revolución del 44 nace tras la publicación del libro llamado Del pánico al ataque escrito por Manuel Galich. Sin embargo, el gobierno de Ubico no fue tan despótico ni unipersonal como lo pintan. Los años de 1930 fueron un periodo de escasez económica. Durante esta dura etapa, Ubico desempeñó un papel importante en beneficio de la economía guatemalteca siendo austero (se podría decir tacaño y “codo” coloquialmente) en los gastos del Estado. El 21 presidente de Guatemala también gozó de un fuerte apoyo por parte del campo, de hecho, fue uno de los primeros en cultivar la idea de una reforma agraria. Respecto a la administración política de su gobierno, Ubico ejercía como presidente de Guatemala, pero este mismo estaba sujeto a una constitución y una legislación. Existía un congreso, haciendo que su gobierno no se basará en decisiones de solo una persona. Si bien, esta época en Guatemala no fue una democracia como la que gozamos hoy en día, Jorge Ubico no fue ningún Napoleón ni un dictador cuyas decisiones de Estado eran solamente 100% de el.
El declive de Úbico comienza a finales de los años 30 y principios de los 40. De cierta forma, la expropiación de tierras a muchos alemanes durante la época de la segunda guerra mundial (decisión influenciada por el gobierno de los Estados Unidos) fue lo que le dio la mala fama en esos momentos. También, cuando la burguesía cafetalera, élite económica que apoyó su dictadura durante años, publicó el manifiesto de los 311 (documento en donde condenaban el gobierno), Ubico se sintió traicionado y renuncia a la presidencia para irse exiliado del país.
La reputación de dictador de Ubico causó mucho descontento en el país. Si a esto le sumamos que, en hispanoamérica, la revolución mexicana en contra de Porfirio Díaz estaba inspirando muchos movimientos revolucionarios, podemos entender porque cuando Ponce fue designado presidente, hubo varios movimientos y reuniones secretas por distintos militares y civiles para derrocar el gobierno. De todos estos, siendo el del 20 de octubre el único en concretarse y ser exitoso.
Ahora bien, ¿por qué los eventos del 20 de octubre de 1944 no ameritan ser llamados revolución?
Primero que nada, en ningún momento hay un fin del antiguo régimen. El ejercito que derroco a Ponce Vaides es el mismo ejercito que siguió en el gobierno. A diferencia de la revolución mexicana que fue un movimiento de la periferia en contra del gobierno central, la revolución guatemalteca fue una insurrección citadina. También, a esto sumemosle el hecho que después de la revolución del 44 no se creo ningun modelo político-administrativo nuevo. Al contrario, regresamos al modelo de antes, un modelo de Estado patrimonial manejado y controlado por partidos políticos clientelistas bajo la dirección de la burguesía cafetalera. Una revolución genera una doctrina y principios revolucionarios. Guatemala no logró hacerlo.
Sin embargo, todo eso no cambia el hecho que los eventos ocurridos el 20 de octubre de 1944 fueron de suma importancia. Pero más que revolucionarios fueron de reforma. La constitución de 1945 fue una reforma política al aparato político guatemalteco pero siempre manteniendo el mismo esqueleto de administración estatal. Sin duda, el 20 de octubre será una fecha a nunca olvidar por parte de todos los guatemaltecos. Pues, independientemente de cómo se le califique, fue un día trascendental con varias consecuencias. Incluyendo un conflicto armado que duró varios años en el país.
El mito de la dictadura de Ubico y Ponce que llevó a la revolución del 44 nace tras la publicación del libro llamado Del pánico al ataque escrito por Manuel Galich. Sin embargo, el gobierno de Ubico no fue tan despótico ni unipersonal como lo pintan. Los años de 1930 fueron un periodo de escasez económica. Durante esta dura etapa, Ubico desempeñó un papel importante en beneficio de la economía guatemalteca siendo austero (se podría decir tacaño y “codo” coloquialmente) en los gastos del Estado. El 21 presidente de Guatemala también gozó de un fuerte apoyo por parte del campo, de hecho, fue uno de los primeros en cultivar la idea de una reforma agraria. Respecto a la administración política de su gobierno, Ubico ejercía como presidente de Guatemala, pero este mismo estaba sujeto a una constitución y una legislación. Existía un congreso, haciendo que su gobierno no se basará en decisiones de solo una persona. Si bien, esta época en Guatemala no fue una democracia como la que gozamos hoy en día, Jorge Ubico no fue ningún Napoleón ni un dictador cuyas decisiones de Estado eran solamente 100% de el.
El declive de Úbico comienza a finales de los años 30 y principios de los 40. De cierta forma, la expropiación de tierras a muchos alemanes durante la época de la segunda guerra mundial (decisión influenciada por el gobierno de los Estados Unidos) fue lo que le dio la mala fama en esos momentos. También, cuando la burguesía cafetalera, élite económica que apoyó su dictadura durante años, publicó el manifiesto de los 311 (documento en donde condenaban el gobierno), Ubico se sintió traicionado y renuncia a la presidencia para irse exiliado del país.
La reputación de dictador de Ubico causó mucho descontento en el país. Si a esto le sumamos que, en hispanoamérica, la revolución mexicana en contra de Porfirio Díaz estaba inspirando muchos movimientos revolucionarios, podemos entender porque cuando Ponce fue designado presidente, hubo varios movimientos y reuniones secretas por distintos militares y civiles para derrocar el gobierno. De todos estos, siendo el del 20 de octubre el único en concretarse y ser exitoso.
Ahora bien, ¿por qué los eventos del 20 de octubre de 1944 no ameritan ser llamados revolución?
Primero que nada, en ningún momento hay un fin del antiguo régimen. El ejercito que derroco a Ponce Vaides es el mismo ejercito que siguió en el gobierno. A diferencia de la revolución mexicana que fue un movimiento de la periferia en contra del gobierno central, la revolución guatemalteca fue una insurrección citadina. También, a esto sumemosle el hecho que después de la revolución del 44 no se creo ningun modelo político-administrativo nuevo. Al contrario, regresamos al modelo de antes, un modelo de Estado patrimonial manejado y controlado por partidos políticos clientelistas bajo la dirección de la burguesía cafetalera. Una revolución genera una doctrina y principios revolucionarios. Guatemala no logró hacerlo.
Sin embargo, todo eso no cambia el hecho que los eventos ocurridos el 20 de octubre de 1944 fueron de suma importancia. Pero más que revolucionarios fueron de reforma. La constitución de 1945 fue una reforma política al aparato político guatemalteco pero siempre manteniendo el mismo esqueleto de administración estatal. Sin duda, el 20 de octubre será una fecha a nunca olvidar por parte de todos los guatemaltecos. Pues, independientemente de cómo se le califique, fue un día trascendental con varias consecuencias. Incluyendo un conflicto armado que duró varios años en el país.
Datos obtenidos del libro: Guatemala la historia Silenciada de Carlos Sabino y de discusiones socráticas de la clase de Ciencia Política II dirigida por el profesor Glenn Cox.