“…Para entender los riesgos y las oportunidades de la vida democrática moderna (…) las razones de la decepción y la desconfianza que ha propiciado desde sus comienzos. En última instancia, esa decepción y desconfianza se refieren a la misma libertad humana…”
John Dunn.
La Democracia es una palabra que incita a muchos a alzar su voz y puño, tan atractiva en su poder. Un término “sencillo” para millones de personas. Me pregunto si sabrán el valor que representa, significa, y compromete usar el término Democracia. Si lo supieran, después de todo no sería tan atractiva y sencilla de entender, mucho menos de vivir. Para ejemplificar mi aseveración, abordemos un tema real y amargo de Guatemala.
La Democracia implica que soy ciudadano, con derechos y obligaciones, hasta ahí se lee bien. Millones de personas expresan su rechazo, enojo, malas palabrerías, para reclamar los errores y “horrores” cometidos por los funcionarios políticos de Guatemala. Y esta bien, todos tenemos derecho a la libertad de expresión. Pero me llama la atención que pintan consignas de “NO MÁS CORRUPCIÓN”, “POLÍTICOS LADRONES”, “DEVUELVAN EL DINERO DEL PUEBLO”, “LOS MAÑOSOS AL BOTE”, etc. Me da un poco de gracia cuando termino de analizar las vigas que anteponen la vista de millones de ciudadanos. Por lo tanto, con mi opinión no pretendo defender a los “políticos ladrones” pero sí pretendo desagradar y culpar primero a los “ciudadanos ladrones”. ¿Por qué?
Estadísticas presentadas por la Superintendencia de Administración Tributaria (SAT) nos muestran que en el año 2013 el 2% de los contribuyentes, es decir, 28,500 ciudadanos aportaron el 95% de la recaudación tributaria, mientras que el 98%, 1.4 millones de ciudadanos, aportaron el 2% de la recaudación tributaria. Pienso que no hace falta escribir más datos, estos son suficientes para entender que el ciudadano al evadir impuestos también se vuelve CORRUPTO y LADRÓN, y de la misma forma también roba dinero del pueblo volviéndose cómplice de los “políticos ladrones”.
Es importante percatarse que al momento de no cumplir una de nuestras obligaciones como ciudadanos, se nos quita automáticamente el derecho de exigirle al Estado rendición de cuentas. Ser ciudadano no es llevar el pronombre de “guatemalteco”, no es cantar el himno y jurar (vanamente) ante la bandera. Es mucho más que eso, es también cumplir con nuestras obligaciones y responsabilidades. Y si no soy responsable como ciudadano, ¿quién soy para salir a gritar, manifestar, y reclamarle al político que tampoco lo es?
“La Democracia hace levantar la voz y voluntad del pueblo”, lo hace, pero cuando el pueblo entienda que su Libertad conlleva a una responsabilidad y obligación, a llevar la razón sobre sus apetitos emocionales. El político es mañoso porque roba dinero del pueblo, pueblo que no paga impuestos, impuestos que debería pagar el ciudadano que al no hacerlo también es mañoso. Entonces, sino paga, no alegue.
John Dunn.
La Democracia es una palabra que incita a muchos a alzar su voz y puño, tan atractiva en su poder. Un término “sencillo” para millones de personas. Me pregunto si sabrán el valor que representa, significa, y compromete usar el término Democracia. Si lo supieran, después de todo no sería tan atractiva y sencilla de entender, mucho menos de vivir. Para ejemplificar mi aseveración, abordemos un tema real y amargo de Guatemala.
La Democracia implica que soy ciudadano, con derechos y obligaciones, hasta ahí se lee bien. Millones de personas expresan su rechazo, enojo, malas palabrerías, para reclamar los errores y “horrores” cometidos por los funcionarios políticos de Guatemala. Y esta bien, todos tenemos derecho a la libertad de expresión. Pero me llama la atención que pintan consignas de “NO MÁS CORRUPCIÓN”, “POLÍTICOS LADRONES”, “DEVUELVAN EL DINERO DEL PUEBLO”, “LOS MAÑOSOS AL BOTE”, etc. Me da un poco de gracia cuando termino de analizar las vigas que anteponen la vista de millones de ciudadanos. Por lo tanto, con mi opinión no pretendo defender a los “políticos ladrones” pero sí pretendo desagradar y culpar primero a los “ciudadanos ladrones”. ¿Por qué?
Estadísticas presentadas por la Superintendencia de Administración Tributaria (SAT) nos muestran que en el año 2013 el 2% de los contribuyentes, es decir, 28,500 ciudadanos aportaron el 95% de la recaudación tributaria, mientras que el 98%, 1.4 millones de ciudadanos, aportaron el 2% de la recaudación tributaria. Pienso que no hace falta escribir más datos, estos son suficientes para entender que el ciudadano al evadir impuestos también se vuelve CORRUPTO y LADRÓN, y de la misma forma también roba dinero del pueblo volviéndose cómplice de los “políticos ladrones”.
Es importante percatarse que al momento de no cumplir una de nuestras obligaciones como ciudadanos, se nos quita automáticamente el derecho de exigirle al Estado rendición de cuentas. Ser ciudadano no es llevar el pronombre de “guatemalteco”, no es cantar el himno y jurar (vanamente) ante la bandera. Es mucho más que eso, es también cumplir con nuestras obligaciones y responsabilidades. Y si no soy responsable como ciudadano, ¿quién soy para salir a gritar, manifestar, y reclamarle al político que tampoco lo es?
“La Democracia hace levantar la voz y voluntad del pueblo”, lo hace, pero cuando el pueblo entienda que su Libertad conlleva a una responsabilidad y obligación, a llevar la razón sobre sus apetitos emocionales. El político es mañoso porque roba dinero del pueblo, pueblo que no paga impuestos, impuestos que debería pagar el ciudadano que al no hacerlo también es mañoso. Entonces, sino paga, no alegue.