Hechos y discusiones de hoy y de toda la vida me han llevado a pensar sobre cómo reacciona nuestra sociedad ante situaciones adversas. Los guatemaltecos, como sociedad dividida y de historia conflictiva, tendemos a reaccionar de forma muy violenta en todo sentido.
El concepto de alguien “civilizado” puede ser muy variante. Sin embargo, hay características que no podemos negar, todos concebimos. Es tratar los problemas con diálogo y no con violencia y fuerza, es respetar normas, es adaptarse a un lenguaje y un mundo. Aunque por definición lo parezca, nuestra sociedad está lejos de ser civilizada en pleno siglo XXI.
La primera razón es que no se comprenden ni aplican bien las leyes. “En Guatemala nadie cumple la ley porque no hay castigo”, frase muy repetida y verdadera. A pesar de que es necesario un poder coercitivo y correctivo para una norma, hay más motivos por los que no se siguen. Creemos que como nadie la cumple no la debemos cumplir, que como los policías son corruptos nosotros debemos serlo, que si yo la cumplo no sirve porque igual el otro no la cumple. Y será entonces cuando los guatemaltecos entendamos que las normas se siguen por bien común y propio, que las empecemos a seguir. Como el hecho de no pasar el semáforo en rojo, nuestra mentalidad a veces se olvida de la razón del semáforo que es dar paso y evitar accidentes y pensamos que es solo porque hay norma, y si no hay autoridad, la norma no vale, entonces la falto.
No es porque si no cumplo me pegan que debemos seguir las reglas, aunque es necesaria la certeza del castigo, deberíamos ser capaces de entender que las normas se cumplen por bien de todos y punto. Si no me creen hagan la prueba y verán que casi siempre seguimos las normas aunque no nos vigilen. Así que no estamos tan mal como parece.
Esto me lleva al otro punto a afinar para ser civilizados, y es comprender que la violencia y el mal de otros no es solución a los problemas. Sí, la justicia es dar a cada uno lo suyo, pero debemos planificar mejor nuestras vidas para vivir en paz. Esto porque recientemente con casos de corrupción y asesinatos hay un fuerte llamado de las personas a la pena de muerte o a pasar los juicios rápidamente con tal de ver en el castigo a los malos. Sí, yo también estoy indignado y quiero que los malos reciban su castigo, pero eso no nos debe llevar a querer ver sangre corriendo por las calles o a quitar derechos de alguien más. No es el siglo XVIII y debemos pensar mejor nuestros deseos.
Siempre relacionado, el comentario de que en Guatemala necesitamos un dictador. Algo muy visto y escuchado en América Latina porque creemos que existe más orden y tranquilidad. “Estábamos mejor con Ubico”, pues no. En esos tiempos las prioridades no eran las mismas y había mucha gente excluida de los datos. Quizás lo que sabemos es lo que nos cuentan nuestros antepasados que vivían cómodamente en la ciudad. Se debe entender que se han hecho cosas buenas y cosas malas, en dictaduras y democracias. Pero que algo no se esté haciendo bien hoy, no significa que no pueda funcionar, hemos sido nosotros quienes no hemos funcionado.
Si queremos vivir en libertad y en paz, en vez de pedir dictadores, sangre y golpes, empecemos a comprender que las normas existen por nuestro bien y para todos. Que si somos civilizados, no necesitamos de un dictador, ni de un eterno vigía detrás de nosotros y tampoco de andar con guardaespaldas, o armados para defendernos del otro que va armado.
El concepto de alguien “civilizado” puede ser muy variante. Sin embargo, hay características que no podemos negar, todos concebimos. Es tratar los problemas con diálogo y no con violencia y fuerza, es respetar normas, es adaptarse a un lenguaje y un mundo. Aunque por definición lo parezca, nuestra sociedad está lejos de ser civilizada en pleno siglo XXI.
La primera razón es que no se comprenden ni aplican bien las leyes. “En Guatemala nadie cumple la ley porque no hay castigo”, frase muy repetida y verdadera. A pesar de que es necesario un poder coercitivo y correctivo para una norma, hay más motivos por los que no se siguen. Creemos que como nadie la cumple no la debemos cumplir, que como los policías son corruptos nosotros debemos serlo, que si yo la cumplo no sirve porque igual el otro no la cumple. Y será entonces cuando los guatemaltecos entendamos que las normas se siguen por bien común y propio, que las empecemos a seguir. Como el hecho de no pasar el semáforo en rojo, nuestra mentalidad a veces se olvida de la razón del semáforo que es dar paso y evitar accidentes y pensamos que es solo porque hay norma, y si no hay autoridad, la norma no vale, entonces la falto.
No es porque si no cumplo me pegan que debemos seguir las reglas, aunque es necesaria la certeza del castigo, deberíamos ser capaces de entender que las normas se cumplen por bien de todos y punto. Si no me creen hagan la prueba y verán que casi siempre seguimos las normas aunque no nos vigilen. Así que no estamos tan mal como parece.
Esto me lleva al otro punto a afinar para ser civilizados, y es comprender que la violencia y el mal de otros no es solución a los problemas. Sí, la justicia es dar a cada uno lo suyo, pero debemos planificar mejor nuestras vidas para vivir en paz. Esto porque recientemente con casos de corrupción y asesinatos hay un fuerte llamado de las personas a la pena de muerte o a pasar los juicios rápidamente con tal de ver en el castigo a los malos. Sí, yo también estoy indignado y quiero que los malos reciban su castigo, pero eso no nos debe llevar a querer ver sangre corriendo por las calles o a quitar derechos de alguien más. No es el siglo XVIII y debemos pensar mejor nuestros deseos.
Siempre relacionado, el comentario de que en Guatemala necesitamos un dictador. Algo muy visto y escuchado en América Latina porque creemos que existe más orden y tranquilidad. “Estábamos mejor con Ubico”, pues no. En esos tiempos las prioridades no eran las mismas y había mucha gente excluida de los datos. Quizás lo que sabemos es lo que nos cuentan nuestros antepasados que vivían cómodamente en la ciudad. Se debe entender que se han hecho cosas buenas y cosas malas, en dictaduras y democracias. Pero que algo no se esté haciendo bien hoy, no significa que no pueda funcionar, hemos sido nosotros quienes no hemos funcionado.
Si queremos vivir en libertad y en paz, en vez de pedir dictadores, sangre y golpes, empecemos a comprender que las normas existen por nuestro bien y para todos. Que si somos civilizados, no necesitamos de un dictador, ni de un eterno vigía detrás de nosotros y tampoco de andar con guardaespaldas, o armados para defendernos del otro que va armado.