Hace casi un año se dio el famoso despertar ciudadano que tanto llamó la atención entre los guatemaltecos. Lo más interesante del suceso fue que además de lograr su cometido (la renuncia del binomio presidencial), unió a los guatemaltecos como pocas veces se ve. Pero hay algo más, la gente que se había “hartado” de la política y resignado a que nada iba a cambiar y no involucrarse, al ver la magnitud del problema, decidió salir a las calles. Se volvió un tema constante en los medios y en las mesas de familias, amigos y profesionales.
Parecía que los ciudadanos ya se interesaban en participar en la política de nuevo. Y hubo un gran interés en reformar la ley electoral y de partidos políticos antes de las elecciones para cambiar el sistema lo antes posible y no seguir el mismo juego.
Hasta ahora, se sigue hablando del tema y está en discusión en el Congreso qué aspectos se van a reformar. Dentro de las opciones la que más llama la atención es la de listados abiertos para la elección de diputados y así poder apoyar a los buenos candidatos. Recientemente escuchaba en la radio a un señor decir: “Yo voté por un listado porque ahí estaba mi candidato pero muy abajo, entonces no entró el que yo quería”. Lo interesante ahora es que ya no se habla tanto de transparencia como se hacía al inicio de las manifestaciones, sino se busca una representatividad más directa.
Si bien no es mala la idea de un listado abierto o semiabierto, se le ha dado una visión de mesías en nuestro sistema electoral por pensar que van a entrar mejores diputados y más confiables así como accesibles para fiscalizar. Sin embargo, el problema de fondo no está tanto en la forma de elegir sino en la conformación del listado.
De conocimiento común es que las casillas en los listados se compran por las personas que más aportan al partido o que buscan favorecer políticamente a alguien. De esta manera, el que más dinero tiene es quien ocupa el primer puesto y así en orden descendiente. Por lo que si se abren los listados lo único que se conseguirá será afectar el resultado mas no la propuesta pues los candidatos seguirán siendo los mismos. Como mucho, se estandarizaría el precio de la casilla pero el candidato con pocos recursos sigue quedando muy limitado a participar.
De esta manera, el problema está en que los guatemaltecos no buscamos realmente participar más allá del voto. Solo se exige un cambio en la oferta pero pocos son los que piden realmente tener acceso a participar. Porque se nos ha hecho muy cómodo sólo seleccionar en lugar de participar. Si queremos meter a mejores personas al legislativo, deberíamos preocuparnos por hacer a esas personas tener la posibilidad de competir, e incluso, preocuparnos de participar nosotros en la conformación de listado y atreviéndonos a luchar por el cambio.
Decía una señora en la radio reclamando a una organización: “Señóres, yo quería manifestar pero no es posible que convoquen a una manifestación un martes en la mañana, tenemos que trabajar”. Y claro, ya no podemos si quiera tener la iniciativa de convocar a una ni de renunciar un poco a nuestros intereses personales buscando el cambio verdadero. Si queremos diferentes resultados tenemos que tomar diferentes decisiones, hacer sacrificios y buscar nuestro lugar.
No es mala la idea del listado abierto, pero se puede ir más allá del voto y es participando. Y claro que se puede a través de reformas, voto secreto en asambleas, partidos locales con organización pequeña y cercana a su electorado, etc. Pero mientras solo exijamos el cambio para que se nos haga más cómodo votar, es como exigir una hamburguesa por la que no hemos pagado. Debemos orientar las reformas a cambios en el juego y no en la jugada.
Parecía que los ciudadanos ya se interesaban en participar en la política de nuevo. Y hubo un gran interés en reformar la ley electoral y de partidos políticos antes de las elecciones para cambiar el sistema lo antes posible y no seguir el mismo juego.
Hasta ahora, se sigue hablando del tema y está en discusión en el Congreso qué aspectos se van a reformar. Dentro de las opciones la que más llama la atención es la de listados abiertos para la elección de diputados y así poder apoyar a los buenos candidatos. Recientemente escuchaba en la radio a un señor decir: “Yo voté por un listado porque ahí estaba mi candidato pero muy abajo, entonces no entró el que yo quería”. Lo interesante ahora es que ya no se habla tanto de transparencia como se hacía al inicio de las manifestaciones, sino se busca una representatividad más directa.
Si bien no es mala la idea de un listado abierto o semiabierto, se le ha dado una visión de mesías en nuestro sistema electoral por pensar que van a entrar mejores diputados y más confiables así como accesibles para fiscalizar. Sin embargo, el problema de fondo no está tanto en la forma de elegir sino en la conformación del listado.
De conocimiento común es que las casillas en los listados se compran por las personas que más aportan al partido o que buscan favorecer políticamente a alguien. De esta manera, el que más dinero tiene es quien ocupa el primer puesto y así en orden descendiente. Por lo que si se abren los listados lo único que se conseguirá será afectar el resultado mas no la propuesta pues los candidatos seguirán siendo los mismos. Como mucho, se estandarizaría el precio de la casilla pero el candidato con pocos recursos sigue quedando muy limitado a participar.
De esta manera, el problema está en que los guatemaltecos no buscamos realmente participar más allá del voto. Solo se exige un cambio en la oferta pero pocos son los que piden realmente tener acceso a participar. Porque se nos ha hecho muy cómodo sólo seleccionar en lugar de participar. Si queremos meter a mejores personas al legislativo, deberíamos preocuparnos por hacer a esas personas tener la posibilidad de competir, e incluso, preocuparnos de participar nosotros en la conformación de listado y atreviéndonos a luchar por el cambio.
Decía una señora en la radio reclamando a una organización: “Señóres, yo quería manifestar pero no es posible que convoquen a una manifestación un martes en la mañana, tenemos que trabajar”. Y claro, ya no podemos si quiera tener la iniciativa de convocar a una ni de renunciar un poco a nuestros intereses personales buscando el cambio verdadero. Si queremos diferentes resultados tenemos que tomar diferentes decisiones, hacer sacrificios y buscar nuestro lugar.
No es mala la idea del listado abierto, pero se puede ir más allá del voto y es participando. Y claro que se puede a través de reformas, voto secreto en asambleas, partidos locales con organización pequeña y cercana a su electorado, etc. Pero mientras solo exijamos el cambio para que se nos haga más cómodo votar, es como exigir una hamburguesa por la que no hemos pagado. Debemos orientar las reformas a cambios en el juego y no en la jugada.