Ha iniciado un nuevo año, y con él un nuevo ciclo escolar. Era evidente que no faltaba mucho para ver nuevamente, en las portadas de los periódicos convencionales, cómo el sistema de educación sufre a falta de útiles, maestros capacitados, etc. Con distintos medios siempre enlistando cada uno de los problemas, pero nunca dando nada, ni remotamente cercano, a una solución. El propósito de este artículo no es dar una solución final, sino abrir paso a que se inicie una discusión que debió haberse dado hace mucho.
Se debe discutir la posibilidad de una iniciativa por parte del sector privado y público, por lo tanto el enfoque este artículo se compone de dos propuestas, ambas enfocadas a las áreas urbanas y rurales del país. Ambas propuestas han sido implementadas con anterioridad con éxito en escenarios similares a los del sistema educativo de la nación.
La primera es una propuesta ampliamente conocida y discutida en los sistemas educativos del mundo: los “vouchers” escolares. Esta propuesta, iniciada siglos atrás, ha tenido varios casos de éxito, como lo es el de los Países Bajos. Implementado en 1917, hoy cuentan como más del 70% de alumnos atendiendo escuelas privadas, pero con financiamiento público. El concepto es el siguiente: se les provee a los estudiantes dentro del área urbana un vale educativo. Seleccionando aquellos que actualmente estudian en instituciones públicas que no cuentan con los suficientes recursos para brindarles la educación correcta. Este vale les permite a los padres escoger y pagar una porción, o por completo, el costo de un colegio privado de acuerdo con sus necesidades. Esto les brinda a los padres la oportunidad de escoger la educación de sus hijos de acuerdo con sus creencias y principios. Al darse dicho voucher por un período de tiempo, el programa se puede cortar si los padres del estudiante no se encuentran satisfechos con el colegio escogido. Este sistema le brinda a estudiantes de familias de escasos recursos las mismas oportunidades que tienen aquellos que pueden pagar un colegio privado, mejorando el nivel educativo en general.
Los escépticos se preguntarán al leer este artículo “¿Por qué no destinar los recursos de los vales educativos a las escuelas públicas para que tengan el mismo nivel?”. Una sencilla razón: los altos costos de la burocracia. Dichos costos no permiten que los fondos destinados a la educación sean suficientes, sin importar los aumentos en los fondos destinados a la educación. Prueba de esto es el funcionamiento actual de los proyectos del Ministerio de Educación, como lo es su actual estrategia para la atención de infraestructura escolar, proyecto que funciona con base a un 75% de préstamos, de acuerdo con los datos proveídos por el Mineduc.
Respecto a la implementación del programa, es claro que debe ser modificado para las necesidades y condiciones presentes del país. El que su funcionamiento haya sido efectivo en los Países Bajos no nos indica que deba ser implementado de la misma manera en Guatemala. Es evidente que llevarlo a cabo en áreas que cuentan con pocas escuelas privadas no será efectivo, debe implementarse en áreas urbanas, que a su vez son aquellas con mayores tasas de escolarización.
Entonces, respecto a las áreas rurales que cuentan con una baja tasa de escolarización y dicho método no puede ser implementado, ¿qué queda? En este caso nos referimos a la reforma educativa que tuvo lugar en Escocia en 1560, en un ámbito similar al de nuestro país y que se enfocó en los sectores de escasos recursos; y, años después, llevó a una de las tasas de escolarización más altas de Europa. Dicha reforma tuvo un propósito religioso, y al igual que la propuesta anterior debe adaptarse a las necesidades del país en cuestión. Lo que sí se puede tomar de dicho sistema es la manera en que descentralizó la educación pública, deshaciéndose fuertemente de los costos de mantener una burocracia en un sistema centralizado; en el caso de nuestro país, probablemente costos de la corrupción. El sistema se implementaría de tal manera que requiera una cuota mínima y al alcance de las familias, mientras que los recursos ya disponibles se invierten de tal manera en que se dé un manejo a nivel local. Sin embargo, en áreas rurales que no cuentan con infraestructura, ¿qué medidas podemos tomar? Este es un escenario similar al que se encontraba en Escocia en el momento en que la reforma fue implementada, la solución fue la gran construcción de pequeñas, escuelas en los puntos necesarios, de manera en que solo se encontraran uno o dos maestros en ellas. Este sistema permitió que las cuotas, ya subsidiadas, fueran directamente a los maestros, disminuyendo los costos e incrementando la competitividad. El caso se desarrolló de tal manera en que los maestros eran incentivados a dar el mejor desempeño posible, pues de esto dependía directamente la cantidad de alumnos que atenderían en dicha escuela. En muchos casos, los maestros impartían materias extras a las requeridas.
Este artículo concluye afirmando que estas dos propuestas son solo dos opciones a implementar, no es el propósito dar una solución final, pero sí hacer las preguntas indicadas para dar paso a una discusión necesaria en nuestro sistema educativo.
Se debe discutir la posibilidad de una iniciativa por parte del sector privado y público, por lo tanto el enfoque este artículo se compone de dos propuestas, ambas enfocadas a las áreas urbanas y rurales del país. Ambas propuestas han sido implementadas con anterioridad con éxito en escenarios similares a los del sistema educativo de la nación.
La primera es una propuesta ampliamente conocida y discutida en los sistemas educativos del mundo: los “vouchers” escolares. Esta propuesta, iniciada siglos atrás, ha tenido varios casos de éxito, como lo es el de los Países Bajos. Implementado en 1917, hoy cuentan como más del 70% de alumnos atendiendo escuelas privadas, pero con financiamiento público. El concepto es el siguiente: se les provee a los estudiantes dentro del área urbana un vale educativo. Seleccionando aquellos que actualmente estudian en instituciones públicas que no cuentan con los suficientes recursos para brindarles la educación correcta. Este vale les permite a los padres escoger y pagar una porción, o por completo, el costo de un colegio privado de acuerdo con sus necesidades. Esto les brinda a los padres la oportunidad de escoger la educación de sus hijos de acuerdo con sus creencias y principios. Al darse dicho voucher por un período de tiempo, el programa se puede cortar si los padres del estudiante no se encuentran satisfechos con el colegio escogido. Este sistema le brinda a estudiantes de familias de escasos recursos las mismas oportunidades que tienen aquellos que pueden pagar un colegio privado, mejorando el nivel educativo en general.
Los escépticos se preguntarán al leer este artículo “¿Por qué no destinar los recursos de los vales educativos a las escuelas públicas para que tengan el mismo nivel?”. Una sencilla razón: los altos costos de la burocracia. Dichos costos no permiten que los fondos destinados a la educación sean suficientes, sin importar los aumentos en los fondos destinados a la educación. Prueba de esto es el funcionamiento actual de los proyectos del Ministerio de Educación, como lo es su actual estrategia para la atención de infraestructura escolar, proyecto que funciona con base a un 75% de préstamos, de acuerdo con los datos proveídos por el Mineduc.
Respecto a la implementación del programa, es claro que debe ser modificado para las necesidades y condiciones presentes del país. El que su funcionamiento haya sido efectivo en los Países Bajos no nos indica que deba ser implementado de la misma manera en Guatemala. Es evidente que llevarlo a cabo en áreas que cuentan con pocas escuelas privadas no será efectivo, debe implementarse en áreas urbanas, que a su vez son aquellas con mayores tasas de escolarización.
Entonces, respecto a las áreas rurales que cuentan con una baja tasa de escolarización y dicho método no puede ser implementado, ¿qué queda? En este caso nos referimos a la reforma educativa que tuvo lugar en Escocia en 1560, en un ámbito similar al de nuestro país y que se enfocó en los sectores de escasos recursos; y, años después, llevó a una de las tasas de escolarización más altas de Europa. Dicha reforma tuvo un propósito religioso, y al igual que la propuesta anterior debe adaptarse a las necesidades del país en cuestión. Lo que sí se puede tomar de dicho sistema es la manera en que descentralizó la educación pública, deshaciéndose fuertemente de los costos de mantener una burocracia en un sistema centralizado; en el caso de nuestro país, probablemente costos de la corrupción. El sistema se implementaría de tal manera que requiera una cuota mínima y al alcance de las familias, mientras que los recursos ya disponibles se invierten de tal manera en que se dé un manejo a nivel local. Sin embargo, en áreas rurales que no cuentan con infraestructura, ¿qué medidas podemos tomar? Este es un escenario similar al que se encontraba en Escocia en el momento en que la reforma fue implementada, la solución fue la gran construcción de pequeñas, escuelas en los puntos necesarios, de manera en que solo se encontraran uno o dos maestros en ellas. Este sistema permitió que las cuotas, ya subsidiadas, fueran directamente a los maestros, disminuyendo los costos e incrementando la competitividad. El caso se desarrolló de tal manera en que los maestros eran incentivados a dar el mejor desempeño posible, pues de esto dependía directamente la cantidad de alumnos que atenderían en dicha escuela. En muchos casos, los maestros impartían materias extras a las requeridas.
Este artículo concluye afirmando que estas dos propuestas son solo dos opciones a implementar, no es el propósito dar una solución final, pero sí hacer las preguntas indicadas para dar paso a una discusión necesaria en nuestro sistema educativo.