No es la primera vez que trato el tema de América Latina y su lucha contra los sistemas políticos que favorecen al clientelismo disfrazado de distintas ideologías y mismos intereses. El tomar posturas tan radicales en las ideologías políticas ha hecho que se busque descalificar al oponente a través de una generación de odio. Muy común entre izquierdas y derechas es la búsqueda de perpetuarse en el poder y de crear identidad en función del rechazo a otra idea.
Así en nuestra historia americana; encontramos dictadores marcantilistas, socialistas, militares y democráticos. Sin importar los planes que presenten, sus políticas y legislaciones se ven orientadas en la concentración de poder a largo plazo o la usurpación de las arcas públicas a corto plazo. Respecto al primero, vemos ejemplos como el Kirchnerismo argentino, la época de Fujimori, y el largo período chavista en Venezuela. En los clientelistas de corto plazo, su mayoría se pueden ver en América Central, donde después de los conflictos se ha buscado un régimen constitucional que evite las reelecciones y las tiranías.
En este caso, tras los nuevos acontecimientos políticos en el continente, vale la pena volver a analizar el fenómeno de las caídas de estos políticos y las evoluciones en la elección popular. Vimos cómo la democracia permitió el rechazo a la continuidad del Kirchnerismo en Argentina, así como a la clase política tradicional en Guatemala. Asimismo, vemos cómo mecanismos constitucionales han alejado a los mismos políticos del poder.
En esta ocasión vale la pena repasar lo sucedido en Brasil, Venezuela, Perú y Bolivia. En Brasil, la dispersión de poderes que ya existía desde antes ha obedecido a su deber y al clamor popular. Tras conocerse los casos de corrupción de Dilma Rousseff, miles de brasileños inundaron las calles pidiendo que se apartara del cargo. En casos que no existen tantas presiones externas o que los políticos están aferrados al puesto y no basta con las manifestaciones, la constitución permite una disputabilidad de poder que en Brasil hizo que el Legislativo apartara temporalmente a Rousseff del cargo.
En Venezuela, después de tantos años de chavismo y con Nicolás Maduro al frente, este movimiento ha perdido fuerza. Muchas veces se pensó que las elecciones de Venezuela estaban ya intervenidas y era imposible salir democráticamente de este régimen. Sin embargo, las elecciones de la Asamblea Legislativa del presente año demostraron que sí se puede confiar aún en las instituciones democráticas para lograr un contrapeso al Ejecutivo (aún chavista). Actualmente, la Asamblea de Venezuela cuenta con 109 diputados de la Mesa de Unidad Democrática (opositora) y 54 del Gran Polo Patriótico Simón Bolívar. En Bolivia, la consulta popular para definir la viabilidad de reelección de Evo Morales, también le dio una bofetada al régimen al decirle que no era deseo del pueblo que él continuara con un cuarto período, a pesar de que su gobierno tiene altos niveles de aceptación con alrededor de un 66%. Si bien es un personaje aún querido en su país, los latinos hemos tomado conciencia de los riesgos que esto implica. El rechazo general en el continente ha influenciado en distintos países para tomar acción en contra de los gobiernos clientelistas y de concentración de poder absoluto y corrupto.
Por último, después de recobrar esperanzas sobre la caída del Socialismo del Siglo XXI y de la conciencia latina en contra de gobiernos abusadores, es importante ver el caso del Perú. Después de años de la salida de Fujimori, hoy la misma democracia y las disputas de poder, ponen a Keiko Fujimori como candidata favorita para la presidencia del Perú. Según los últimos simulacros de El Comercio–Ipsos, Keiko lleva una ventaja de 43% sobre el 38% de su contrincante Kuczysnki. Un detalle que invita a reflexionar sobre el proceso de perfeccionar constitucionalmente nuestros sistemas para ser más disputables, y la conciencia del voto democrático para otorgar el poder a las clases políticas tradicionales.
No significa que los latinos estemos salvados y libres de clientelismo, o de medidas autoritarias. Lo que demuestran estas experiencias es que las sociedades están cambiando hacia una mayor conciencia política que tiene efectos y repercusiones. Sin embargo, en la medida que los sistemas políticos y constitucionales sigan funcionando de la misma forma que hasta ahora, no existe garantía de que todos estos movimientos no sean efímeros y pasajeros para olvidarse en unos años.
Es necesario desarrollar plataformas políticas que permitan la renovación de puestos, representantes y burócratas, hacia una mejor gestión. La mejor forma de hacerlo es con la constancia de la participación ciudadana que no tenga miedo a politizarse y que asimismo, antes de gestionar cualquier reforma, se creen garantías constitucionales y contramayoritarias para que los cambios de gobiernos y las ideologías no aplasten a los ciudadanos.
Fuentes: http://elcomercio.pe/politica/elecciones/simulacro-ipsos-keiko-fujimori-531-y-ppk-469-noticia-1905155
http://www.theguardian.com/world/2016/feb/22/bolivia-evo-morales-president-national-referendum-fourth-term
http://www.cne.gob.ve/web/sala_prensa/noticia_detallada.php?id=3355
Así en nuestra historia americana; encontramos dictadores marcantilistas, socialistas, militares y democráticos. Sin importar los planes que presenten, sus políticas y legislaciones se ven orientadas en la concentración de poder a largo plazo o la usurpación de las arcas públicas a corto plazo. Respecto al primero, vemos ejemplos como el Kirchnerismo argentino, la época de Fujimori, y el largo período chavista en Venezuela. En los clientelistas de corto plazo, su mayoría se pueden ver en América Central, donde después de los conflictos se ha buscado un régimen constitucional que evite las reelecciones y las tiranías.
En este caso, tras los nuevos acontecimientos políticos en el continente, vale la pena volver a analizar el fenómeno de las caídas de estos políticos y las evoluciones en la elección popular. Vimos cómo la democracia permitió el rechazo a la continuidad del Kirchnerismo en Argentina, así como a la clase política tradicional en Guatemala. Asimismo, vemos cómo mecanismos constitucionales han alejado a los mismos políticos del poder.
En esta ocasión vale la pena repasar lo sucedido en Brasil, Venezuela, Perú y Bolivia. En Brasil, la dispersión de poderes que ya existía desde antes ha obedecido a su deber y al clamor popular. Tras conocerse los casos de corrupción de Dilma Rousseff, miles de brasileños inundaron las calles pidiendo que se apartara del cargo. En casos que no existen tantas presiones externas o que los políticos están aferrados al puesto y no basta con las manifestaciones, la constitución permite una disputabilidad de poder que en Brasil hizo que el Legislativo apartara temporalmente a Rousseff del cargo.
En Venezuela, después de tantos años de chavismo y con Nicolás Maduro al frente, este movimiento ha perdido fuerza. Muchas veces se pensó que las elecciones de Venezuela estaban ya intervenidas y era imposible salir democráticamente de este régimen. Sin embargo, las elecciones de la Asamblea Legislativa del presente año demostraron que sí se puede confiar aún en las instituciones democráticas para lograr un contrapeso al Ejecutivo (aún chavista). Actualmente, la Asamblea de Venezuela cuenta con 109 diputados de la Mesa de Unidad Democrática (opositora) y 54 del Gran Polo Patriótico Simón Bolívar. En Bolivia, la consulta popular para definir la viabilidad de reelección de Evo Morales, también le dio una bofetada al régimen al decirle que no era deseo del pueblo que él continuara con un cuarto período, a pesar de que su gobierno tiene altos niveles de aceptación con alrededor de un 66%. Si bien es un personaje aún querido en su país, los latinos hemos tomado conciencia de los riesgos que esto implica. El rechazo general en el continente ha influenciado en distintos países para tomar acción en contra de los gobiernos clientelistas y de concentración de poder absoluto y corrupto.
Por último, después de recobrar esperanzas sobre la caída del Socialismo del Siglo XXI y de la conciencia latina en contra de gobiernos abusadores, es importante ver el caso del Perú. Después de años de la salida de Fujimori, hoy la misma democracia y las disputas de poder, ponen a Keiko Fujimori como candidata favorita para la presidencia del Perú. Según los últimos simulacros de El Comercio–Ipsos, Keiko lleva una ventaja de 43% sobre el 38% de su contrincante Kuczysnki. Un detalle que invita a reflexionar sobre el proceso de perfeccionar constitucionalmente nuestros sistemas para ser más disputables, y la conciencia del voto democrático para otorgar el poder a las clases políticas tradicionales.
No significa que los latinos estemos salvados y libres de clientelismo, o de medidas autoritarias. Lo que demuestran estas experiencias es que las sociedades están cambiando hacia una mayor conciencia política que tiene efectos y repercusiones. Sin embargo, en la medida que los sistemas políticos y constitucionales sigan funcionando de la misma forma que hasta ahora, no existe garantía de que todos estos movimientos no sean efímeros y pasajeros para olvidarse en unos años.
Es necesario desarrollar plataformas políticas que permitan la renovación de puestos, representantes y burócratas, hacia una mejor gestión. La mejor forma de hacerlo es con la constancia de la participación ciudadana que no tenga miedo a politizarse y que asimismo, antes de gestionar cualquier reforma, se creen garantías constitucionales y contramayoritarias para que los cambios de gobiernos y las ideologías no aplasten a los ciudadanos.
Fuentes: http://elcomercio.pe/politica/elecciones/simulacro-ipsos-keiko-fujimori-531-y-ppk-469-noticia-1905155
http://www.theguardian.com/world/2016/feb/22/bolivia-evo-morales-president-national-referendum-fourth-term
http://www.cne.gob.ve/web/sala_prensa/noticia_detallada.php?id=3355